
El proyecto
Los trabajos para el establecimiento de un jardín botánico y área natural de conservación en San Miguel de Allende comenzaron en 1989, por iniciativa de la organización Cante AC. La cañada monumental de El Charco del Ingenio se presentaba como el sitio ideal para el proyecto imaginado: un área de gran valor ecológico, paisajístico e histórico, en peligro de ser alcanzada por la incontenible expansión urbana de la ciudad.
El proyecto visualizaba un amplio jardín botánico inmerso en un área natural de conservación. Un espacio consagrado al estudio, la valoración y disfrute de la naturaleza para la población local, asimismo se planteó como una opción sustentable, en función de su indudable potencialidad turística.
Gracias a oportunos apoyos económicos fue posible adquirir el terreno, el cual se hallaba gravemente afectado por la actividad humana: tala, extracción de suelos, cacería, pastoreo, incendios, desmonte, acumulación de basura…Diversas acciones de restauración fueron emprendidas con el fin de revertir el deterioro ambiental del sitio, al tiempo que se habilitaron senderos, plazas, miradores y áreas de exhibición de plantas. Simultáneamente se iniciaron colectas de especies nativas en zonas áridas y semiáridas del país, gracias al apoyo de las autoridades federales y del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México. Con estos primeros ejemplares, El Charco del Ingenio comenzó a integrar su colección botánica.

De esta manera, el naciente Jardín Botánico estuvo en condiciones de abrir sus puertas al público, mediante una emotiva ceremonia fundacional conducida por comunidades indígenas, la cual tuvo lugar durante el eclipse total de sol acaecido el 11 de julio de 1991. En ella fue sacralizado el sitio como área natural y comunitaria de San Miguel de Allende. Desde entonces y cada año se celebra en el sitio la festividad de la Santa Cruz del Charco del Ingenio, con una gran concurrencia procedente de las zonas rurales y urbanas del municipio.

El Jardín Botánico, con el transcurso de los años, ha recibido el reconocimiento de miles de visitantes de muy distintas procedencias que acuden día a día al Charco, así como de variadas publicaciones, instituciones y grupos conservacionistas dentro y fuera del país. Por esta labor constructiva, el Jardín Botánico obtuvo en 1995 el Premio Nacional al Mérito Ecológico del Gobierno de México.

La dinámica y la dimensión adquiridas por el proyecto de conservación pronto hicieron necesaria la creación de una nueva organización independiente de carácter territorial. Fue así que en 1998 se constituyó El Charco del Ingenio AC, organización propietaria y gestora del Jardín Botánico y custodia de las colecciones de plantas. Además de esta misión primordial, el Jardín desempeña una función social, como espacio de confluencia comunitaria y educación ambiental. Esta se lleva a cabo mediante visitas y programas dirigidos a estudiantes de distintos niveles, sobre todo a partir de la creación de una novedosa Sala de Interpretación Ambiental, diseñada para entender El Charco del Ingenio y la cuenca hidrográfica donde se localiza.
Desde 2002, El Charco del Ingenio es miembro de la Asociación Mexicana de Jardines Botánicos, organización que articula el quehacer de estos importantes centros de conservación, conocimiento y divulgación de la biodiversidad de nuestro país. A partir de 2022 y por decisión unánime de los jardines miembros, El Charco ocupa la presidencia de dicha asociación. Asimismo pertenece El Charco a la organización Botanic Garden Conservation International, organismo que agrupa a numerosos jardines botánicos del orbe.
Un logro trascendental del proyecto de conservación tuvo lugar en 2005, cuando el Ayuntamiento declaró un amplio conjunto territorial de 392 hectáreas en torno al Jardín Botánico como Zona de Preservación Ecológica, la cual prioriza la conservación ambiental frente a la expansión urbana, con el propósito de conservar este magnífico lugar como patrimonio natural e histórico de San Miguel de Allende.


En 2020, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), certificó al El Charco del Ingenio como Jardín Etnobotánico para el Estado de Guanajuato, dentro de un programa para el establecimiento de estos espacios en cada una de las entidades de la República. Ello ha implicado la creación de nuevas colecciones etnobotánicas en el sitio, así como diversas actividades con comunidades campesinas e indígenas, poseedoras de un conocimiento ancestral relacionado con las plantas regionales, como parte fundamental del patrimonio biocultural de México.
El Jardín Botánico El Charco del Ingenio se construye día a día como un espacio abierto y singular, con diversas vertientes de interés para todo tipo de público: un monumento natural, un santuario de la vida silvestre, un conjunto de colecciones botánicas, una unidad de investigación científica, un centro de educación ambiental, un sitio histórico, un espacio recreativo y comunitario… Como en su origen, continúa siendo una iniciativa civil autónoma, posible en gran medida gracias a de las aportaciones de sus visitantes y amigos, impulsores silenciosos de su florecimiento.